El cultivo de bonsáis es una práctica que nos permite apreciar la belleza de la naturaleza de una manera muy especial. Cada estación del año nos regala diferentes experiencias, y durante el invierno podemos disfrutar de las ramificaciones de los árboles caducos y de las hermosas flores que comienzan a brotar.
La belleza de las flores en invierno
En general, solemos asociar la floración de las plantas con las estaciones más cálidas, pero olvidamos que durante el invierno también hay especies que florecen a pesar de las bajas temperaturas y la nieve. En el entorno del bonsái, esta floración invernal es especialmente apreciada, ya que aporta hermosas pinceladas de color a nuestros jardines.
Una de las primeras especies en florecer durante el invierno es la camelia. Este árbol originario de Asia se adapta muy bien al cultivo como bonsái, siempre y cuando se le brinde algo de protección contra el exceso de sol y viento. La floración de las camelias suele ser abundante y se extiende desde finales del otoño hasta principios de la primavera.
Además de las camelias, otras especies como los prunus, jazmines de invierno y chaenomeles también comienzan a mostrar sus primeras flores a mediados de enero. La ubicación de los bonsáis en el jardín puede influir en el adelanto o retraso de la floración. Por ejemplo, aquellos árboles que se encuentran bajo la protección de un invernadero frío suelen adelantarse varias semanas en su floración.
La temperatura, el agua y la luz son factores clave que influyen en la vida de las flores. Para garantizar una floración duradera, es importante resguardar las plantas de la lluvia, evitar las heladas y no mojarlas durante el riego. Estos cuidados permitirán que las flores se mantengan frescas y en buen estado durante más tiempo.
Las flores de invierno en los bonsáis son realmente atractivas y aportan luz y color a los grises días de esta estación. Es por esto que son tan populares entre los aficionados al bonsái.
Carlos Lázaro
“A dónde el bonsái me lleve”
¿Cuánto vive un Adenium?
Los Adenium, también conocidos como la rosa del desierto, son plantas que requieren cuidados especiales. Su vida puede variar dependiendo de cómo se les trate durante las diferentes estaciones del año.
En verano, cuando están en pleno crecimiento, es necesario tratarlos como plantas tropicales. Esto implica regarlos abundantemente y con frecuencia, así como fertilizarlos generosamente. Por otro lado, en invierno necesitan un descanso seco, por lo que deben ser tratados como cactus. Durante los días cálidos y soleados, solo se deben realizar riegos ocasionales y ligeros.
Una de las ventajas de los Adenium es que son plantas adaptadas a la sequía, por lo que no es necesario contratar a alguien que las riegue mientras estamos de vacaciones en verano.
Durante la temporada de crecimiento en verano, es importante proporcionarles abundante agua. Si el sustrato está bien drenado y el clima es cálido y soleado, las raíces absorberán rápidamente la humedad del suelo. Durante esta época, se pueden regar literalmente a diario.
Por otro lado, en invierno no les gusta estar en suelo húmedo durante mucho tiempo. Si las temperaturas bajan o hay días nublados en verano, se debe reducir el riego. A medida que se acerca el otoño, también se debe disminuir la frecuencia de riego. Si las hojas se mantienen durante todo el año, se debe regar ligeramente, especialmente en los días más cálidos, una vez por semana o cada dos semanas durante el invierno. En caso de que pierdan las hojas, el riego se debe realizar una vez al mes.
Fertilización
Los Adenium se pueden fertilizar semanalmente durante la temporada de crecimiento, utilizando un fertilizante balanceado de buena calidad para plantas de interior. Sin embargo, se recomienda utilizar solo la mitad de la dosis recomendada.
Con estos cuidados adecuados, los Adenium pueden tener una vida larga y saludable, brindándonos su hermosa floración en diferentes momentos del año.