Flor de la avellana: belleza discreta y polinización por el viento

La flor de la avellana (Corylus avellana) es conocida principalmente por sus deliciosos frutos, pero sus flores también tienen su propio encanto. Aunque no son vistosas ni coloridas, las flores de la avellana son importantes para la reproducción de esta planta.

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Polinización por el viento

La polinización en el caso del avellano se produce a través del viento. Las flores masculinas, agrupadas en amentos, producen el polen que fecunda el ovario de las flores femeninas. La época de floración de estas dos partes de la planta es diferente, lo cual es una estrategia para asegurar el éxito de la polinización.

El polen producido por los amentos masculinos es transportado por el viento hasta los estigmas de las flores femeninas. Después de la polinización, el polen fertiliza al óvulo, lo que da lugar a la formación de la avellana. La cáscara de la avellana es la pared del ovario, mientras que la semilla es el embrión que se desarrollará para convertirse en el fruto.

Esta estrategia de polinización por el aire explica por qué las flores de la avellana no son vistosas. Su objetivo no es atraer a los polinizadores con colores llamativos, sino producir una gran cantidad de polen para aumentar las posibilidades de llegar a una flor femenina con éxito. Además, el avellano elige la época de invierno para florecer, cuando no tiene hojas, para facilitar la llegada del polen a los pistilos.

El avellano y su hábitat

El avellano es un arbusto grande que se encuentra con frecuencia en estado silvestre en Aragón, especialmente en el Pirineo y Prepirineo. Este árbol prefiere áreas húmedas y no se desarrolla bien en suelos áridos. Se puede encontrar en zonas aluviales, como barrancos y orillas de ríos.

El avellano tiene una estructura radicular que le permite resistir inundaciones y avenidas, lo que le permite sobrevivir y regenerarse. Además de sus frutos, que son muy apreciados, la madera del avellano también es utilizada en la fabricación de varas.

La avellana: un fruto versátil

La avellana es el fruto del avellano y es ampliamente conocida y apreciada en todo el entorno. Se consume tanto en su forma cruda como en diferentes preparaciones, como tostada, frita, salada o como ingrediente en diversos productos.

Además de su consumo directo, la avellana se utiliza en la elaboración de chocolates, turrones, tartas, helados, licor y aceite de avellana. Este fruto seco es muy nutritivo y proporciona una gran cantidad de calorías.

La avellana tiene una cáscara dura y delgada de color canela y una semilla carnosa y aceitosa de sabor dulce. Se puede encontrar en diferentes variedades, algunas con cáscaras más duras que otras.

Para conservar las avellanas, es importante mantenerlas en recipientes herméticamente cerrados, en un lugar fresco y seco. Se pueden conservar mejor con la cáscara y en atmósferas con bajo contenido de oxígeno.

Aunque las flores de la avellana no sean vistosas, son fundamentales para la reproducción de esta planta. Su polinización por el viento garantiza la formación de los deliciosos frutos que tanto disfrutamos.

El avellano es un árbol resistente que se encuentra principalmente en Aragón, en zonas húmedas como el Pirineo y Prepirineo. Además de sus frutos, la madera del avellano también tiene usos importantes.

La avellana es un fruto versátil que se consume en diferentes formas y se utiliza en la elaboración de una amplia variedad de productos. Su sabor dulce y su alto contenido calórico la convierten en un alimento muy apreciado.

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